Lo veía entre sueños y se sonreía... Volvía a ella, él, que dijo que se iba para siempre. Era de ella de nuevo. Y otra vez la tormenta se iniciaba, el remolino de todo y nada arrasaba, dejando desolación y soledad. Pero era él, era de ella por ese instante fugaz... Y ella de él, entonces ella.
Tomó su mano.
13 mayo, 2009
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