La lluvia como pequeños aguijones de metal helado azotaba la ciudad. Las calles agrisadas llenas de personas neutralizadas que caminaban sosteniendo el paraguas luchando contra el viento, con algun documento sin valor para su vida o alguna pena acallada por la masividad. Los edificios, como gigantes silenciosos, apuraban a la noche haciendo que ya para las 6 de la tarde la oscuridad fuera fagocitando al panorama.
Ella estaba parada en el portal de ese edificio, que podria haber sido cualquier edificio, pero estaba alli por una razon; por lo que era esa estructura ante todas, esa direccion ante todas, ese lugar y ese momento. Estaba parada ahi, con el paraguas cerrado en la mano, su piloto cuadrille blanco y negro, el pelo con brillos aqui y alla por las gotas de lluvia y el cigarrillo en la mano. Mientras, se dedico a observar.
Noto que la gente la miraba, extrañados tal vez porque estaba parada alli, tan quieta, tan tranquila, hasta pacifica. Todos ellos iban contagiados de la enfermedad del apuro, de la angustia, de los horarios. Ademas, ellos no entendian. Ellos no sabian porque estaba ahi, las razones y los momentos que la habian empujado hasta ese portal. No entendian y no podian entender.
Ahi estaba ella parada, esperandolo a el. Esperando al proximo giro inevitable de su vida, al proximo cambio de rumbo. Esperando otro fracaso, otro rechazo y la busqueda entonces de otros portales.
14 abril, 2010
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