Llevate estas pestes ordinarias y asesinas; esta pena fulminante, el dolor agobiante y la angustia avasallante. Llevatelas por la módica suma de mi eterno agradecimiento, mi respeto y reverencia.
La módica suma de saber que me has regalado la felicidad sin límites, sin complicaciones.
Gracias, al menos, por haberme escuchado.
Espero su presupuesto.