Rojo.
Hoy rompí un vaso. Lamento confesar que esta vez no puedo culpar a mi torpeza. Lo rompí yo en absoluto uso de mi consciencia. Lo rompí para verlo deshecho en mil pedacitos en el piso... ver los malvados ángulos del vidrio esparcido por el suelo. Ir agarrándolos uno por uno, arriesgando a que me lastimen, que me hagan mal, para así terminar de juntarlos y saber que estoy a salvo, en paz.
Hasta que descubrís un día un pequeño fragmento oculto que se incrusta.
Rojo, de nuevo.